Os presentamos a Juan y Rosita, los cuidadores del segundo patio de nuestra ruta, Martín de Roa 7.
Son padre e hija. Es toda una vida lo que llevan dedicados a su patio. En la puerta de su casa se encuentra una de las esculturas dedicadas a los cuidadores de los patios. En este caso no podría estar mejor situada, ya que se trata de un monumento que hace honor al valor y la importancia del relevo generacional en los patios, relevo en el que Juan y Rosita no podrían ser mejor ejemplo.
Juan lleva más de media vida viviendo en ese patio, y Rosita pues podríamos decir que su vida entera.
Juan, zapatero de profesión, ha tenido muchísimos años su taller en el patio, combinando así sus labores de zapatería y el cuidado de las plantas, hasta que ya, a cierta edad, dejó su oficio para dedicarse en cuerpo y alma a sus flores.
Rosita creció viendo como sus padres mantenían el patio y cuando se quiso dar cuenta ya era toda una experta, como se suele decir por aquí «es lo que tiene mamarlo desde chica». Ella siempre habla y recuerda a quién fue también su referencia en el patio, su «Yayi Dolores». Ella le enseñó todo desde muy pequeñita. Desde muy joven, Rosita ha estado trabajando y ejerciendo a la vez sus labores de madre, sin embargo siempre ha buscado y sacado tiempo para dedicárselo a sus flores, que por cierto no puede evitar tener debilidad por dos de ellas que el sábado os las mostraremos.
Nombrar también a Juanjo y Rafi, dos vecinos y amigos de Juan y Rosa, que llegada la primavera y el mes de Mayo no dudan en ayudarles en las labores del patio.